

Todo lo que se diga del nivel espiritual es parcial y sirve sólo de orientación. Como dijo Buda, “es sólo un dedo que señala la luna”, pero no la luna misma.
Diferenciamos nuestras distintas dimensiones según su grado de vibración, y como he dicho, la espiritual es aquella que vibra más rápidamente.
Esta dimensión es la del “puro Ser”. Es un nivel donde no hay formas. Por formas entiendo no sólo el cuerpo sino también aquellas sutiles, como el pensamiento o las emociones.
Estas formas son aquello con lo cual nosotros estamos identificados, creyendo que solamente somos ello. Somos realmente este cuerpo, emociones y pensamientos, pero solamente en el nivel más material de nuestra existencia, que todos podemos y frecuentemente contactamos. Eso es lo que nace y muere en nosotros. Y podemos observarlos y reconocerlos.
Más aún: es necesario conocerlos para desidentificarnos de ellos. Conocer nuestros pensamientos para no darles un crédito total en nuestras vidas, percibiendo cuántas veces yerran al juzgar la realidad, cómo se repiten mecánicamente en nuestro cerebro, inútilmente.
Esta dimensión última de nuestro Ser no puede ser vista. Pero si puede ser sentida. A veces la llamamos “Consciencia”, así con mayúscula. Ha sido llamada también el Testigo, función fundamental en nuestro crecimiento, pues todo lo atestiguado puede más fácilmente dejarse de lado.
Y tenemos tanto de lo cual podemos desapegarnos!
Cuanto más nos desapegamos de las formas, de nuestros pensamientos , sensaciones y emociones, más fácil nos será encontrar la capacidad de “vivir” esa sensación de Ser, de ser el Sujeto de nuestra vida, más allá de los objetos de la conciencia , incluso aquellos sutiles como los pensamientos, sentimientos y sensaciones.
Es justamente gracias a la observación de estos “objetos de la conciencia” que comenzamos a percibir que nosotros no los “somos”, que los podemos observar como a las nubes que pasan en el cielo, pero no somos esas nubes. En todo caso somos el cielo, con las nubes.
Esta es una experiencia, que se puede vivir a través de la meditación vipasana, por ejemplo, que quiere decir “visión profunda”.
Encontrando el Ser
A veces, observando interiormente el cuerpo, durante la práctica de movimiento o en una relajación profunda, se puede sentir muy netamente que “estas sensaciones no son mi yo, pues las puedo percibir, yo soy el perceptor, no lo percibido”.
Y el beneficio profundo de esta conciencia es el de acercarnos a nuestra verdadera identidad, ese ser sin forma, pura luz o espacio.
Al hacerlo, como beneficio secundario encontraremos que dejaremos de luchar con nuestras “formas”, con nuestro cuerpo, emociones o pensamientos. Tomamos una distancia amorosa de ellos, conteniéndolos en algo mucho más amplio, en ese cielo transparente que somos.
El encuentro con Nuestra Verdadera Naturaleza no puede ser pospuesto para siempre. Y más de una vez, cuando sin saberlo estamos preparados para ello, nos sorprende en medio de un gran sufrimiento, o de una experiencia de muerte, de un nacimiento, en medio de la naturaleza o simplemente caminando por la calle.
Descubrir nuestra presencia silenciosa, extremadamente viva, nos produce una sensación de familiaridad, de estar finalmente con nosotros mismos. De haber vuelto a casa. En efecto, muchas veces he oído decir esa frase: “me siento en casa, finalmente”.
Es cuando uno ha encontrado lo que buscaba sin saberlo. Se confirma así espontáneamente lo que dicen las sagradas escrituras: “el buscador es lo buscado”.
En las palabras de Poonja “ Quédate simplemente aquí. Quieto. Sabe aquello che eres. Si haces esto sabrás inmediatamente que eres Aquello que has buscado por millones de años”
La Practica espiritual
La práctica de la Presencia en el Ahora no requiere actividades específicas, pues puede ejercitarse en cualquier momento de la vida, mientras “caminamos, estamos sentados o acostados”, según dice Buda.
Como preparación para el momento en el cual podremos estar presentes siempre y en todas partes, hay ejercicios de conciencia, de movimiento del cuerpo, de respiración, de meditación y silencio que son un medio para conocer aquello que profundamente Somos.
Para terminar sintetizando: la práctica esencial, que considero el alfa y el omega de la vida espiritual es, acompañando todo lo anterior, la capacidad de estar profundamente Presentes. Padmasambhava lo lo sintetiza maravillosamente “”es sentirse a si mismo en el instante presente” .